Soltar, para llegar a un principio
que es lo mismo que un final.
Navegar sin rumbo,
entregando el barco a la tempestad;
sin necesidad de faro,
buscando la corriente
que todo lo disuelve
en el centro del océano
donde brota una verdad
mutable como el temporal.
Porque ya no hay orilla que me contenga
ni puerto al que llegar.
Me diluyo en el desorden de la borrasca
para fundirme en la vasta inmensidad
sabiendo que el capitán,
como dijo el poeta,
siempre fue el mar.
Piscis por Luna Pérez Visairas
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